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Mundo de perdición, asqueroso traidor. Aqui encontrarás tu lecho, tus historias y pesadillas. Vampiros: Asesinos de la noche, amantes de la luna y renuentes del sol. Asesinos en serie, que cocinan, mutilan y desgarran.

Bienvenido al lugar de crónicas eternas y besos que matan.

En el tintero...

Madrigal triste I

Te adoro cuando de tu frente
acaba de huir la alegría,
cuando tu alma se torna sombría,
porque se cierne en tu presente
la negra nube de algún día...

BAUDELAIRE

MusicForVampires

B&L -PlayList-

Es dificil explicar el por qué de este playlist, por lo tanto no lo haré. Sólo disfruténlo, y armen su propia pelicula mental...

Prefacio y Primer capítulo by Me

domingo, 18 de abril de 2010


PREFACIO

Había estado esperándolo ansiosa debajo de aquél puente, ni siquiera estaba segura de que él aparecería. Estaba nerviosa, torciéndose el delicado vestido purpura de gasa, el olancillo apenas si cubría la lozanía de sus rodillas. Su cabello negro era común, sin ningún brillo extraordinario, al igual que sus ojos, éstos eran profundos y sumamente oscuros, debajo de ellos enmarcándolos unas enormes ojeras violetas, sus parpados parecían pesados y sus espesas pestañas parecían ser la causa.
Sus labios eran su verdadero atractivo, tenían un tono rosa hermoso y parecían finamente delineados llegando a su máximo esplendor en el perfecto corazón de su labio superior.
No pudo evitar morderse las uñas, sus manos eran delicadas, delgadas, los dedos algo puntiagudos y algo grandes para ser de mujer.
El crepúsculo estaba llegando, y las sombras desaparecían poco a poco, pudo ver por última vez la silueta de su cuerpo, ella era bajita, ni muy delgada, pero tampoco gorda, sus pechos también eran más grandes de lo que deberían, la cintura era escasa pero bien moldeada y sus caderas parecían hacer el juego perfecto con ese par de piernas bien torneadas y cortas.
La noche estaba ahí, pero no así su acompañante, decidió caminar por aquellas calles oscuras, impulsada por un irrefrenable deseo, su cuerpo estaba palpitante y el sol parecía estar dentro de ella, su temperatura era alta, temió estar enferma, tal vez resfriada.
Continuó su andar y mientras avanzaba decidió echar una mirada atrás y el camino parecía desvanecerse, se asustó, y de pronto comprendió que no era de noche, simplemente aquél mundo en el que se encontraba carecía de colores, miró al cielo y pudo sentir el rayo del astro mayor, pero parecía mas bien como una enorme Luna, seguía sintiendo un extraño calor.
Una voz de pronto hizo que todo alrededor desapareciera, pudo ver al hombre que tanto deseaba y a él sí lo veía con toda la gama de colores existentes, desde el más pálido blanco, pasándo por la esplendorosa gama de rojos y naranjas, los verdes más excitantes, los azules más tranquilizantes, hasta la tremenda oscuridad del negro. Ahí estaba él parado con ese gran porte que lo caracterizaba.
Ella casi corrió esperando que no fuera una más de sus alucinaciones. En menos de lo que esperaba ya se hallaba frente a él, el silencio era eterno ¿qué había dicho él antes? Era obvio que ella había escuchado su voz, esa voz que le erizaba el vello detrás de la nuca. Se retorció enfundada en su vestidillo ahora sin color y parada frente a él, estiró una de sus manos para tocar ese rostro que parecía estar tallado en mármol, con las facciones completamente estilizadas con el toque perfecto entre masculinidad y delicadeza, pudo alcanzarlo y tocar su barbilla rasposa, parecía no haberse rasurado en 3 días ¿pero era necesario que lo hiciera? Ella creyó que no.
El cabello descansaba en sus hombros, era castaño y ligeramente ondulado, parecía ser perfecto para un comercial de productos para metro sexuales. Era unos 20 cmts más alto que ella, su cuerpo era perfecto, marcado en las zonas que debería, en sus brazos se alcanzaban a asomar algunas venas, lo que podía fascinarle. Lo que más le gustaba ver en él, era su mirada color neón, enmarcada por unas enormes pestañas y ese lunar en su mejilla derecha. Sus manos eran enormes comparadas con las de ella que de por sí eran grandes. Estaba obsesionada con esa imagen y lo comprobó cuando supo que en aquél estado de turbación había pasado por los menos 3 horas, claro!, contando que en realidad en ese mundo existiera el tiempo. Y temía estar perdiendo precisamente eso... tiempo.
Lo tomó con ambas manos, esperando que él reaccionara a la calidez de ella, él se acercó tomando con fuerza su cintura y acercándolo a él casi con furia. Ella pudo ver como sus labios adoptaban una exquisita pose, quiso arrancárselos y mordisquearlos con ganas.
Todo pareció colorearse de nuevo cuando se halló junto con su obsesión en la exquisitez de una cama de sábanas rojas, no ubicó el espacio del mundo en el que se hallaba, lo único que importaba era lo que estaba a punto de pasar.
Ella estaba recostada sobre su espalda, mientras él la besaba y la recorría ansiosamente con las manos, no cerraba, ninguno de los dos los ojos, parecía una pérdida cerrarlos y no captar todo aquello que estaba sucediendo. Poco a poco el levantó aquél vestido ligero y halló entre sus piernas aquello que había estado buscando, estaba tan palpitante y tan caliente que casi podía compararlo con el galopante latido de su corazón.
Ella comenzó a desabotonar el vestido por la parte del pecho, como pudo zafó su sostén haciendo que sus enormes pechos cayeran a los lados de manera por demás deliciosa. Él continuaba con sus besos, esta vez le quitó el vestido arrojándolo al piso, sólo había algo que le seguía impidiendo la entrada a sus dedos por aquél paraíso, las bragas de la chica estaban completamente mojadas y lo peor de todo es que él seguía vestido ¿pero qué demonios estaba esperando?
Ella se apresuró a tomarlo por el cuello e inició por despojarlo de la playera verde oscuro que le cubría el torso, los músculos estaban bien definidos y era de un blanco hermoso, un pequeño dije colgaba de su cuello, una cruz labrada en un irreconocible material oscuro... pero eso no importaba, ella se llenó de la imagen de su torso desnudo, pero quería ver más, mirar más allá de sus vaqueros de mezclilla azul claro.
Como pudo y con la ayuda de él, le desabrochó el cinturón y poco a poco el pantalón, él quitó la mano de ella con ligereza tomándola como si no quisiera que lo tocara. Se sintió frustrada y al principio luchó para que la liberara, quería tocarlo, ir más allá ¿por qué no la dejaba?
Él tomó sus manos con fuerza, haciendo con una mano la función de unas esposas de hierro, ella tenía los ojos casi como platos, qué bien se veía ese chico sobre de ella. Dejó de pelear cuando sintió en su cuerpo los labios fríos y la rasposa barba del hombre. Fue ahí cuando sí cerró los ojos, la vista le impedía a los demás sentidos concentrarse.
Los aromas de ambos, combinados con los sonidos de las respiraciones agitadas, eran deliciosas, ella sintió como el sol que parecía estar dentro de ella le quemaba con mayor intensidad.
No había notado que él había liberado sus manos, ella las tenía estiradas por encima de la cabeza, cuando quiso abrir los ojos no encontró nada, temió, y se quedó estática, pero lo seguía sintiendo, él seguía ahí, ¿pero donde?.... una almohada cubría su carita, sus manos la sintieron y se quedó quieta intentando pensar ¿acaso él quería matarla? No luchó, le gustaba la sensación, la falta de aire, sus pulmones colapsando a punto de desfallecer, sintió como aquél mundo le daba vueltas, y sus manos caían a los lados de la cama, que ahora le parecía muy pequeñita.

Cuando había decidido luchar ahora por la vida que se le escapaba, con el cuerpo adormilado y amoratado por la falta de aire, sintió como él le iba despojando de la única prenda que llevaba puesta, el cosquilleo en su cuerpo se hizo mas intenso y las ganas por vivir le regresaron de golpe, con todas sus fuerzas se quitó el peso que le tapaba la cara, pudo por fin respirar y al tiempo que tomaba una gran bocanada de aire, él la embestía con ferocidad. El grito entre dolor y satisfacción retumbó en los oídos de ambos, las sonrisas compaginaron como pocas cosas, él estaba bailando dentro de ella, haciéndole el amor con una furia que jamás había experimentado pero con la sonrisa más bella que jamás había visto. La escena era hermosa, el ser más bello del mundo, por lo menos del pequeño mundo de la niña, estaba penetrándola como lo hacía en cada uno de sus sueños.

Mientras ella enterraba las uñas en la espalda de aquél hombre, él se enterraba entre la cama y el cuello. Parecía que la furia desaparecía y ella quiso verle el rostro, quiso ver cada gesto de aquél tipo que tanto idolatraba, ¿cómo lucía mientras le hacía el amor?
Lo tomó del cabello para forzarlo a tener la cara frente a la de ella, y lo que vio le sorprendió al grado de sentirse culpable.
La mirada ya no era la de antes, del hombre experimentado, perfecto e inalcanzable, ahora sus enormes ojos cafés parecían estar sufriendo, la miraba diferente, como si en realidad la quisiera, como si en realidad sintiera lo mismo que ella sentía por él, quiso llorar, pero en vez de llorar, gemía, le gustaban esos ojos, esa mirada por la que ella daría su vida sin pensarlo, esa mirada por la que había llorado tantas noches.
Y perdida en esos ojos, y en la perfección de aquél cuerpo sobre el suyo, sintió como todo se desvanecía, abrió los ojos, y no encontró más que la ridícula soledad de su habitación.


***


CAP. I
A LA MAÑANA SIGUIENTE


Podría decirse que era un día diferente. El Sol apenas si alcanzaba a alumbrar una pequeña parte de su habitación, abajo en el primer piso, aun había resquicios de la fiesta anterior, todo estaba invadido por el nauseabundo aroma del cigarro, el alcohol y los olores azufrosos de sus amigos dormidos en los sillones.
No tenía humor ni siquiera de cambiarse de ropa, tumbada en la cama, miraba la blancura del techo, imaginaba una y otra vez su rostro, era obvio que lo añoraba más de la cuenta, incluso una araña que vivía en uno de los rincones y que tejía con gracia una telaraña parecía parecerse a él.... le brillaban los ojos de la misma manera, sólo que esta tenía 8 y él sólo 2.
Su cama era como un refugio para sus deseos, las sábanas, las cobijas, incluso las almohadas estaban esparcidas en ella como si una noche antes hubiera estado repleta de sexo... Lamentablemente para ella, no había sido así, había caído rendida después de dos noches seguidas de insomnio. Sin querer imitó a la perfección una de las sonrisas que le encantaban de ese hombre, un rictus de medio lado, con el labio superior ampliamente estirado, los dientes apenas asomándose, mostrando más que superioridad, con atisbos intensos de sensualidad. Sacudió la cabeza, su imagen se estaba proyectando en aquella habitación.
Se levantó harta de seguir pensando. A su paso tumbó el libro que estaba descansando a sus pies, un compendio de literatura erótica del bien ponderado Marqués de Sade, de pasta dura de un color rosa intenso con unas letras enormes que no impedían a la distancia leer el título del libro, varias veces tuvo que disfrazarlo con el fin de no ser juzgada durante sus largos trayectos en autobuses de la casa al colegio y del colegio a casa.
Recogió el gran libro rosado y sus mejillas se hincharon de vergüenza, había recordado la lectura que la había tumbado la noche anterior, lo cuál le recordó también la sarta de sueños que tuvo, precisamente con él... el calor de sus mejillas recorrió todo su cuerpo hasta llegar más allá de su vientre, cerró los ojos llevando sus manos hasta ese monte, lo apretó con fuerza, impidiéndose sentir más allá, y ahí en la oscuridad de su mirada pudo verlo de nuevo, no pudo más y un gemido salió de aquella boca trémula y roja.



***


TishaMoon
18ab10